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LA PRINCESA SANDIA
Huiracocha y Cullahua se establecieron en el corazón de la tierra creada en Chitapampa o pampa de la creación. Y una vez cumplida su misión de cultivar la vida sobre la tierra y de sembrarla con las suyas propias, Huiracocha fue llamando por su creador Pachacamac.
Su cuerpo fue convertido en piedra para perennizar el recuerdo de su presencia en el mundo, porque la piedra es indestructible. Y su espíritu se elevó a los cielos en forma de espirales etéreos, como se habría formado, y quedó trasmigrado en el sol: Inti.
Cullahua sobrevivió a Huiracocha por mucho tiempo, hasta que sus hijos crecieron y se multiplicaron. Cuando murió su alma fue reencarnada en la luna: Quilla, para seguir siendo la compañera eterna del sol y su cuerpo se convirtió en polvo, y torno a la tierra para seguir sustentando con su sabia a los seres que se crían sobre ella.
Huiracocha y Cullahua dejaron como gérmenes de la propagación de la especie humana cuatro hijos: Saantía y Saancahua, mujeres y dos hombres Saancaru y Saancatu.
Saancaru marcho hacia las planicies del sur. Saancatu se dirgió a las serranías del oeste. Saancahua se internó a las selvas del Norte, donde se casó con Iñapari. Y, Saantia prefirio quedarse en el lugar tutelar de sus progenitores. Pero el designio debía cumplirse y un día fue raptada por Chayanacu de la estirpe Chayas, gente de la selva.
Chayanacu era un hombre desidioso y al mismo tiempo belicoso y turbulento. Mucho tiempo había cortejado a Saantía, pero al ver que sus requerimientos fueron frustrados acudió a un ardid. Contrato los servicios de Laycca Usicayus; quien le proporcionó unas hierbas hipnóticas y unos amuletos, con los cuales logró hacer dormir a Saantía un sueño profundo e intenso y aprovechando de este estado, la transportó a una bella encrucijada de la cabecera de selva.
Cuando Saantía despertó y se vió rodeada de un ambiente completamente desconocido, su primera intención fue huir en busca de sus lares nativos; pero ante la imposibilidad de conseguirlo y sintiéndose que llevaba un nuevo ser en sus entrañas recordó el designio de su padre Huiracocha, que había dispuesto que ella partiría hacia el Este a poblar con su su sangre, se resignó a quedarse en el lugar. Pero nunca más acepto los requerimientos de Chayanacu y hasta le prohibió molestarla con sus compañía y sus visitas.
La actitud de hostilidad y de desprecio adoptada por Saantía, perturbo el ánimo de Chayanacu, quien pretendión matarla. Yuna noche de tormenta bajón de las cumbres gritando como un desposeído y haciendo estrépito de ecos entre los cerros. Pero, en esto apareción Huayanacu, su hermano, quien se interpuso en el acto salvándola de una muerte segura.Saantía demostró a su profunda gratitud y recibió sus frecuentes visitas con íntima satisfacción, naciendo entre los dos una honda simpatía que pronto de hizo una intensa pasión de amor.
Y mientras Chayanacu deambulaba por las cumbres y las quebradas, mordiendo su venganza por Saantía y Huayanacu, éstos vivieron en un mundo de felicidad indescriptible, aunque sobrecogidos, de tanto en tanto, por el temor de las amenazas de aquél. Y sus temores pronto se hicieron presentes. Pues una noche de tormenta en que Huayanacu se hallaba ausente, pretendió colmar su venganza; pero felizmente aquella misma noche volvía Huayanacu, antes de que Chayanacu pudiera conseguir su propósito. Se encontraron en la media cuesta del cerro que protegía la vivienda de Saantia y entre los dos se entabló una cruenta lucha que duró horas, hasta que por fin en un momento culminante se asieron los dos cuerpos y en un impulso en que el odio y la venganza crujieron al unísono, rodaron cuesta abajo, hasta los más profundos abismos de donde nunca más volvieron a salir.
Saantía quedo sola en compañía de sus dos hijos, el primero, hijo de Chayanacu, y el segundo, hijo de Huayanacu. Y al cuidado de ellos dedicó su vida que se prolongó por muchos años. Extraños fenómenos siguieron a la muerte de los dos amantes de Saantía. Frecuentemente, en noches de tormenta, se sentía el repetir de la lucha de Chayanacu y Huayanacu, atormentando la vida de Saantía. hasta su ancianidad y su muerte. Sugiere la leyenda que aquel lugar donde fuera raptada y ocultada Saantía fue el sitio donde se levanta en la actualidad Sandia, nombre con que fuera bautizado a la memoria de su existencia, a su muerte, por sus hijos, como muchos lugares conservan el nombre de sus primitivos habitantes, hechos tótems.
Y que no obstante los siglos transcurridos, aún hoy Sandia sigue atormentada por las amenazas de Chayanacu, o Chichanacu, frustradas por el Huayanacu o Vianacu que se le interpone, y los dos van por el mismo cauce en una simbolización cósmica de la ruta del sino de los hombres, que pasan como el agua de los ríos y no vuelve más. Sandia, su nombre es símbolo de las más altas expresiones de dignidad femenina hecha madre. Por eso su memoria fluye en el aroma de las orquídeas que adornan los lares nativos y su visión es digna de aquella belleza y excelsitud. Pero no obstante su legendario origen ...y no obstante se ser las puertas de las vetas de oro de nuestra selva del sur, ha permanecido olvidada y aún permanece cerrada. ..Parece seguir siendo la novia raptada por hombres maléficos y transportada a rincones inaccesibles que anonadan sus enrgía y su belleza, permaneciendo en actitud invocatoria de que alguien la libre para florecer.
(José Portugal Catacora; en Puno: Tierra de Leyenda).
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